Alquiler de quad en Pinhão

Nada más llegar a la oficina de Pinhão, el personal verifica tu permiso de conducir y explica los controles del quad: acelerador en manillar, freno hidráulico y marcha atrás asistida. Tras una breve prueba en el estacionamiento, te entregan un casco homologado, gafas protectoras y un mapa físico y digital con rutas recomendadas y puntos de interés.

La primera parte del trazado recorre un sendero de tierra compacta que serpentea entre hileras de Touriga Nacional y Tinta Roriz. La suspensión absorbe los baches y permite disfrutar del paisaje sin sobresaltos. Los miradores marcados como “Panorâmica” regalan vistas de postal: el río en forma de S, barcos rabelos a lo lejos y viñas que se aferran en terrazas imposibles.

Si escoges la modalidad de media jornada, tendrás tiempo de detenerte en un pequeño pueblo viticultor para probar una tabla de quesos y embutidos. Los locales siempre te reciben con una sonrisa: el ruido del quad anuncia tu llegada y la conversación fluye entre barricas y sarmientos. El motor refrigerado por aire facilita la conducción en pendientes pronunciadas; basta soltar gas para descender despacio y sentir el olor a esteva y romero que impregna el valle.

El tramo final desciende hacia el río, atravesando olivares centenarios donde la sombra refresca la ruta. Quienes elijan la versión más corta pueden aprovechar los últimos minutos para fotografiar el caserío blanco de Pinhão reflejado en el Douro. Al devolver el quad, el equipo revisa combustible y carrocería, ofrece una toallita húmeda para retirar el polvo y comparte recomendaciones de restaurantes ribereños para celebrar la jornada.