Marrakech en siete días: los mejores tours y excursiones para exprimir al máximo tu semana

Los encantos que esconde en su interior, el ambiente de sus calles abigarradas y las maravillas del cercano desierto hacen que Marrakech siempre deje una huella imborrable.

Joaquín Montaño

Joaquín Montaño

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Marrakech en siete días: los mejores tours y excursiones para exprimir al máximo tu semana

Museo Del Patrimonio Cultural En Marruecos | ©Henrik Le-Botos

Siete días es una estancia perfecta para todo lo que hay que ver y hacer en Marrakech y adentrarse en los misterios que esconde el cercano desierto. Desde sus mezquitas, palacios y jardines hasta el indescriptible ambiente de su zoco, los sentidos de todos sus visitantes acaban embriagados después de pasar unas pocas horas en ella.

Marrakech forma parte de las llamadas Ciudades Imperiales de Marruecos y el origen de su Medina, la ciudadela antigua fortificada, se remonta a la época bereber. Sus laberínticas callejuelas hace que sea casi imposible orientarse, pero gran parte de su atractivo reside, precisamente, en deambular sin rumbo fijo para encontrar un punto de interés en cada esquina.

Día 1: Toma de contacto con Marrakech

Recorriendo un Zoco de la Medina | ©Omar Bárcena
Recorriendo un Zoco de la Medina | ©Omar Bárcena

Para aprovechar que se cuentan con días suficientes para visitar la ciudad sin prisas, este primer día se va a dedicar a una toma de contacto con su bulliciosa medina, zocos y la plaza Jamaa El Fna. Si lo prefieres, puedes hacer esta primera ruta con alguno de los tours guiados que se ofrecen en Marrakech.

El objetivo de este día, además de ver ya algunas cosas, será aprender cómo moverse por Marrakech y asegurarse de que se conocen los distintos consejos de seguridad en un viaje a Marruecos.

Paseo con calma por la Medina y por el zoco de Marrakech

La medina o ciudad antigua es el corazón de Marrakech y esconde en su interior amurallado buena parte de los atractivos que atraen a cualquier visitante. Esta zona está conformada por un auténtico laberinto de callejuelas, en su mayoría muy estrechas. Por ellas pasan en cada momento miles de personal a la vez que se mezclan con las incontables tiendas que jalonan el camino.

Este primer paseo por estas calles puede llegar a impresionar a muchos turistas o, incluso, a intimidarlos un poco. La presencia de un guía puede aliviar un poco este choque, pero esta toma de contacto con la realidad de la medina debe servir también para conocer qué atractivos esconde la Medina de Marrakech.

Mi propuesta es pasar una mañana completa recorriendo tanto estas calles como el zoco, la zona comercial de la medina y que ocupa buena parte de sus calles. Aquí te sorprenderá la gran variedad de productos que se venden y la insistencia de los comerciantes en atraer a sus posibles clientes. Para descansar un poco de este bullicio, la medina ofrece un par de lugares en los que relajarse. El principal es el llamado Jardín Secreto (el Jardin Secret), un antiguo palacio restaurado con unos preciosos jardines llenos de cafeterías y tiendas.

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Comida en la Terrase des Epices

Después de este primer paseo por la Medina y el zoco vale la pena entrar también en contacto con otra de las facetas destacadas de la cultura del país: la gastronomía.

Lo ideal sería hacer uno de los tours dedicados a ese tema, pero si no es posible lo mejor es tener la mente abierta e ir probando los diferentes platos marroquíes que aparezcan en el menú.

Para esta primera comida te recomiendo subir a la terraza de Des Epices, donde la calidad de sus productos parece aumentar gracias a unas vistas espectaculares de la ciudad.

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Madrasa Ben Youssef

En el Medersa Ben Youssef | ©Lundeux
En el Medersa Ben Youssef | ©Lundeux

Tras reponer fuerzas se va a seguir el paseo por la medina, pero en esta ocasión con un destino concreto: la Medersa o Madraza Ben Youssef. Esta escuela religiosa llegó a albergar a unos 900 estudiantes en su mejor época.

Hoy en día se puede visitar previo pago de una entrada. Destaca sobre todo su patio central, así como la delicada decoración de sus arcos y puertas. Igualmente, sorprende ver la austeridad de las celdas en las que sus alumnos residían.

Muy cerca de este lugar se encuentra la llamada Quobba almorávide. Coronada por una cúpula, se trata de el único ejemplo de arte almorávide que queda en la la ciudad. Por último, vale la pena dedicar un tiempo a entrar y explorar el zoco que alberga, el Souk Foudouq Ouarzazi .

Plaza Jamaa el Fna

Después de recorrer la medina llega el momento de acercarse al auténtico icono de Marrakech y de todo el país: la plaza Jamaa el Fna.

Aunque otro de los días del viaje se volverá aquí para ver el ambiente diurno, es cuando cae la tarde cuando la plaza adquiere un aspecto impresionante. En ella se agolpan adivinos, músicos, acróbatas, cuentacuentos y un gran número de lugares para comer. Todo ello le da un aspecto que hace recordar a los cuentos de Las mil y una noches

Antes de sumergirte en la plaza puedes buscar sitio en alguna de las cafeterías con terraza que se encuentran por la zona y ver desde allí la puesta del Sol. Tras eso, te recomiendo que te unas al mágico ambiente que se desarrolla en Jamaa el Fna
y que cenes algún plato de comida local en una de las mesas que se instalan allí.

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Día 2, 3 y 4: Excursión de un día a Merzouga, la fortaleza de Ait Ben Haddou y la Garganta del Dadès

En Aït Benhaddou Kasbahs | ©Abdel Charaf
En Aït Benhaddou Kasbahs | ©Abdel Charaf

Hay un gran número de excursiones organizadas desde Marrakech que te van a permitir conocer su desierto.

Aunque todas las opciones tienen su encanto, en esta ocasión he elegido la excursión que se prolonga durante tres días y recorre algunos lugares tan interesantes como Ait Ben Haddou, Ouarzazate y las dunas de arena del Dadès.

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Ait Ben Haddou

Uno de los lugares más espectaculares que se pueden visitar en las afueras de Marrakech es, sin duda, el ksar de Ait Ben Haddou.

Conocido como la puerta del desierto, la visión de esta localidad fortificada situada en un risco te hace retroceder en el tiempo a la época en la que los bereberes la levantaron para que fuera fácilmente defendible.

Un paseo por las kasbahs que se encuentran en sus calles es una experiencia que difícilmente olvidarás. Su espectacularidad y su buena conservación han hecho que este lugar haya sido elegido como escenario para muchas películas y series, incluida Juego de Tronos.

Ouarzazate y kasbah de Taourirt

Situada a los pies de la cordillera del Atlas y a unos pocos kilómetros el desierto, Ouarzazate (Uarzazate, en español) es una parada obligada para los que pasan por la zona. El centro de la ciudad es la plaza de Al Mouahidine, repleta de cafeterías, tiendas y restaurantes.

Por otra parte, Ouarzazate es conocida por el sobrenombre de “el Hollywood de África por la presencia de varios estudios cinematográficos y la cantidad de películas que se han rodado en ellos aprovechando la belleza de la ciudad. Si se tiene tiempo, vale la pena visitar las instalaciones de Atlas Studio para conocer la relación de esta ciudad con el séptimo arte.

En las afueras de Ouarzazate se encuentra otro de los grandes atractivos de la zona: la kasbah de Taourirt. Está considerada como la mayor kasbah del país y, tras ser restaurada, muestra perfectamente toda su extraordinaria decoración. A su alrededor se encuentra la medina, un lugar en el que la vida parece haberse detenido.

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Valle del Dadés

Garganta de Dadés | ©Omar Bárcena
Garganta de Dadés | ©Omar Bárcena

Conocido como “La ruta de las mil kasbahs”, recorrer este valle es entrar en plena naturaleza. El valle del Dadés está bañado por el río del mismo nombre que nace en el Alto Atlas. Toda la zona está repleta de impresionantes cañones y gargantas, sin olvidar el oasis de Skoura.

Además, posiblemente la ruta te lleve por otros atractivos como la kasbah de Amridril y el valle de las Rosas.

A pesar de su situación, te va a sorprender cómo las zonas en las que hay agua han desarrollado una gran ecosistema y que los locales la aprovechan para situar huertos, palmerales y otras plantaciones. En cuanto ese agua desaparece, todo se convierte en desierto.

Noche en Tinerhir

Aunque las excursiones pueden presentar algunas diferencias, muchas de ellas hacen la primera noche en la pequeña localidad de Tinerhir.

En realidad, este pueblo solo cuenta con dos arterias principales, pero pasear por ellas es bastante agradable. Su situación como punto de paso para los viajeros ha hecho que se hayan abierto varias terrazas en las que sentarse a ver pasar el tiempo y descansar.

El único lugar que se debe visitar es la antigua kasbah del cheikh Bassou, hoy convertida en un hotel de lujo aunque se puede entrar para contemplar sus estancias originales y los muros.

Desierto de Merzouga

Tras desayunar, el recorrido continúa hacia su punto más interesante: las dunas de Erg Chebbi en el desierto de Merzouga. Normalmente, esta parte del recorrido combina el vehículo a motor con un paseo en camello hasta llegar al campamento en el que se hará noche. Erg Chebbi es la única zona realmente arenosa de esa parte del desierto y tienen una extensión de 22 kilómetros de largo por 5 de ancho.

La jornada termina con una cena tradicional en el campamento. No puedes perderte el anochecer en el desierto, ni el manto de estrellas que te va a arropar durante la noche en el desierto de Marrakech.

Al despertar, se emprende el camino de regreso a Marrakech. Durante el mismo, podrás seguir disfrutando de unos paisajes únicos, además de efectuar algunas paradas interesantes.

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Día 5: los mejores monumentos de Marrakech en profundidad

Mezquita Kutubía | ©Daniel Csörföly
Mezquita Kutubía | ©Daniel Csörföly

Después de las dos noches y tres días fuera de Marrakech llega el momento de retomar el itinerario por la ciudad. En esta jornada se va volver a la medina para, esta vez sí, visitar algunos de sus más importantes monumentos.

Mezquita Koutoubia

La silueta de la Mezquita Koutoubia se puede ver desde buena parte de Marrakech. El interior no puede visitarse al estar destinado al culto, pero la decoración exterior y su minarete de unos 70 metros de altura convierten a este edificio en una visita imprescindible. Toda su estructura, además, recuerda bastante a la Giralda de Sevilla.

La mezquita fue construida en el siglo XII sobre la base de otra mezquita que allí se ubicaba. Por su nombre, que significa “de los libros”, se supone que en esa zona existía un gran mercado dedicado a estas publicaciones.

Este edificio protagoniza una curiosa leyenda: una vez construida, los muros de la mezquita comenzaron a sangrar con tanta fuerza que la sangre tiñó de rojo las calles y casas de Marrakech. Es por ese motivo, de acuerdo a este mito, por el que la localidad se conoce como “la ciudad roja”.

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Tumbas Saadíes

El siguiente destino son las Tumbas Saadíes, construidas por el sultán Al Mansur a finales del siglo XVI para, en principio, enterrar allí a su madre.

Algunas décadas más tarde, el sultán Mulay Ismail (conocido como El Sanguinario), ordenó tapiar las entradas a las tumbas y estas fueron olvidadas hasta que los franceses las redescubrieron en 1917.

Hoy en día, se puede acceder a las tumbas por un estrecho pasillo que conduce a un patio en el que están enterrados decenas de personajes de segundo nivel de la corte del Al Mansur. Además, en el complejo se puede visitar el mausoleo en el que yace la madre del sultán, la Sala de las 12 Columnas (donde después fue enterrado el propio Al Mansur), la sala de oraciones y la sala de los Tres Nichos.

Palacio El Badi

Palacio de la Bahía | ©Jorge Láscar
Palacio de la Bahía | ©Jorge Láscar

Una de las ventajas de contar con un guía es que te va a ir explicando todo lo que estás viendo. En caso contrario, puedes perderte algunos detalles interesantes. En este caso, la primera impresión cuando se llega al Palacio El Badi es que solo se tratan de unas ruinas. Sin embargo, esos restos fueron en su época el palacio más fastuoso del mundo. Con 360 habitaciones, para su construcción se usó mármol italiano, onix de la India, granito llevado desde Irlanda y láminas de oro para adornar las paredes.

La visita actual se limita a las estructuras del palacio, así como a los bonitos jardines que lo rodean, con sus naranjos, algarrobos y piscinas. En la zona subterránea aún se pueden ver las celdas destinadas a los prisioneros. Igualmente, nadie debería perderse el lujoso minbar que esconde la sala de rezos.

Tras esta visita te recomiendo que te tomes un respiro para comer algo en La table de Marrakech, uno de los mejores restaurantes de Marrakech de precio medio de la ciudad. Además, cuenta con una terraza con vistas realmente inmejorables.

Palacio de la Bahía

Este otro palacio, por suerte en mejor estado, está considerado como una de las construcciones más interesantes de Marrakech.

El Palacio de la Bahía cuenta con 150 habitaciones y múltiples patios y jardines repartidos en sus 8 hectáreas de extensión. El edificio fue ordenado construir en el siglo XIX por el sultán Si Moussa, aunque su dueño sería un antiguo esclavo, Abu Bou Ahmed, quien se esforzó por darle el máximo esplendor posible.

Los puntos más interesantes en la visita son la zona del harén y los mencionados patios y jardines. De igual forma, existen pocas visiones más hermosas que la decoración de sus techos.

Mellah: el antiguo barrio judío

Para terminar el día se puede realizar una visita al antiguo barrio judío de la ciudad, llamado (como en el resto del país) Mellah.

Este barrio fue levantando para recibir a los judíos expulsados de Portugal y España en el siglo XVI. Allí llevaron su cultura y religión y, en la actualidad, dos de los lugares más interesantes para visitar son la Sinagoga Al Azama y el Cementerio Judío..

Aparte de estos dos lugares, merece la pena pasear con calma por sus estrechas calles intentando encontrar las diferencias con otras partes de la ciudad. El barrio, además, cuenta con un gran número de tiendas con precios más económicos que en el zoco de la medina.

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Día 6: Essaouira

Las olas batiendo las murallas de Essaouira | ©Doug Knuth
Las olas batiendo las murallas de Essaouira | ©Doug Knuth

Una de las localidades más interesantes que se pueden visitar en un día desde Marrakech es Essaouira. La visita no va a dejar indiferente a nadie, por lo que recomiendo contratar una excursión organizada o, incluso, llegar a Essaouira por tu cuenta.

Essaouira

Si se quiere aprovechar bien este día es necesario salir temprano para recorrer los 160 kilómetros que separan ambas ciudades y llegar al destino lo antes posible. Essaouira es una ciudad costera repleta de lugares con encanto, hasta el punto de que su medina fue nombrada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Recorrer sus calles, mucho más tranquilas que las de Marrakech, te va a permitir descubrir rincones únicos y la belleza de cada una de sus casas de color ocre. No debes olvidar dar una vuelta por su puerto, coronado por un gran cañón de bronce. Además, también es obligado pasar por la plaza Moulay al Hassan y por sus zocos.

Otra visita de interés está relacionada con uno de los productos que dan riqueza a la zona, el argán, un árbol de cuyas semillas maduras se extrae un preciado aceite. Así, es muy interesante entrar en alguna de las cooperativas dedicadas a producir ese aceite y conocer cuáles son sus propiedades.

Se situación al lado del mar hace que sus restaurantes ofrezcan bastantes platos de pescado y marisco. Sin importar tu elección, te aseguro que te van a encantar.

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Disfruta de la cena a tu regreso a Marrakech

Muy posiblemente, cuando vuelvas por la tarde a Marrakech tras tu excursión te encuentres bastante cansado. Por ese motivo, lo mejor es que busques un buen sitio para cenar y relajarte.

Muchos riads, en el caso de que te estés alojando en alguno, ofrecen cenas tradicionales de gran calidad. Si prefieres salir, puedes ir a la estupenda terraza del Nomad o al estupendamente decorado Le Jardin.

Día 7: Últimas compras, comida en un jardín y despedida de la ciudad

En los Jardines Majorelle | ©Jean-Pierre Dalbéra
En los Jardines Majorelle | ©Jean-Pierre Dalbéra

Las sensaciones del último día de cualquier viaje son agridulces. Por una parte, aún están en la memoria todos los momentos vividos, pero por otra cada vez está más cerca el momento de volver a casa.

Para despedir la estancia en Marrakech he preparado un recorrido no demasiado intenso, pensando sobre todo en aquellos que tengan que ir al aeropuerto desde el centro de Marrakech a lo largo del día para coger su avión de vuelta.

Últimas compras en el zoco

Con toda la experiencia adquirida durante la estancia, este es el mejor momento de volver al zoco para comprar algunos regalos o recuerdos. Como habrás comprobado, lo mejor para moverse por este mercado es no ponerse nervioso ante la insistencia de algunos vendedores.

Pasea, por lo tanto, por las calles del zoco sin fijar un rumbo previo, eligiendo las partes del mismo en las que se venden los tipos de productos que estás buscando. Una de las zonas más coloridas es la plaza Rahba Kedima, en la que se encuentran todas las tiendas y puestos dedicados a vender especias y hierbas aromáticas.

Por supuesto, no debes olvidar la regla no escrita de estos zocos: regatear, regatear y regatear hasta llegar a un acuerdo.

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Jardín Menara, un lugar ideal para hacer un picnic

Estoy seguro que la visita al zoco, por muy relajado que se haya intentado ir, habrá dejado agotado a más de uno. Para recuperarse no hay mejor lugar que el Jardín de Menara, el más grande de Marrakech.

Además de pasear por sus caminos, te recomiendo que imites a los locales y compres algo de comida para tomarla debajo de algún olivo. Intenta buscar un buen sitio, ya que el jardín suele recibir a muchos visitantes, especialmente en verano en Marrakech y en los festivos.

El jardín Majorelle

Después del picnic puede ser muy agradable dar un paseo hasta uno de los puntos más tranquilos de la ciudad: el Jardín Majorelle.

Este jardín fue creado por un pintor francés, Jacques Majorelle, quien ordenó construir un chalet de estilo art decó y rodearlo de cactus, bambúes y otras plantas. Este oasis en mitad de la ciudad destaca también por un tipo de color azul intenso que el propio pintor inventó para darle mayor vistosidad al espacio que había diseñado.

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Conoce el barrio moderno de Guelíz

Con la tarde cayendo, llega el momento de visitar el barrio moderno de Marrakech. Este, llamado Gueliz, fue levantado por los franceses en la época del protectorado.

El centro del barrio es la plaza 16 de noviembre, de la que salen varias grandes avenidas construidas al estilo de los bulevares parisinos. La más importante es la avenida Mohammed V, donde vas a encontrar las más modernas tiendas y restaurantes de tipo occidental. Lo más llamativo de esta zona es que presenta una atmósfera totalmente diferente a la de la medina, que solo se encuentra a unos 3 kilómetros de distancia.

Dependiendo de la hora y de cuándo salga tu vuelo, esta zona es perfecta tanto para probar algunos dulces típicos, como para cenar algo.